La vida en la granja de los Smith

Jacob W. Olmstead
22 February 2019

Los campos, los huertos y las arboledas de la granja de la familia Smith fueron el escenario en el que tuvieron lugar muchos de los primeros acontecimientos de la Restauración. Aquí, en una arboleda, Dios el Padre y Jesucristo visitaron al joven José Smith. Aquí, en la pequeña cabaña de la familia, el ángel Moroni se apareció a José y reveló la existencia del Libro de Mormón. A veces es fácil olvidar que aquí, en la granja de los Smith, los miembros de esa familia experimentaron tanto lo mundano como lo milagroso. En esta parcela, los miembros de la familia trabajaban cada día durante muchas horas para cubrir sus necesidades.

Los primeros años en Palmyra

Cuando llegaron a Palmyra en 1816–1817, los Smith se vieron en una situación a la que no estaban acostumbrados. Sin recursos económicos para comprar o arrendar terreno para cultivar, los Smith, por primera vez, intentaron ganarse la vida sin una granja. La familia alquiló una casita en el pueblo y trabajó unida para sacar a la familia de lo que Lucy Mack Smith recordaba como “condiciones de pobreza”1.

Grabado en madera que muestra las primeras épocas de Palmyra

Joseph Smith, padre, y sus dos hijos mayores, Alvin y Hyrum, se pusieron a trabajar como jornaleros. Lucy pintaba y vendía hules decorativos para “soportes de mesas, etc.”2. Los niños más pequeños ayudaban a hacer pastelitos, bebidas de zarzaparrilla, pan de jengibre y huevos cocidos. Joseph Smith, padre, ponía estos artículos a la venta en una “tienda de pasteles y cerveza” del pueblo3.

En dos años, la familia finalmente estaba en condiciones de empezar los trámites para comprar una granja; una parcela de 40 hectáreas de denso bosque, a unos tres kilómetros al sur de Palmyra. Además de trabajar como jornaleros, Joseph Smith, padre, Alvin y Hyrum talaban árboles para conseguir materiales y espacio para construir una pequeña cabaña de troncos de una planta y media cerca de la parcela de 40 hectáreas. Aunque la casa se parecía a otras cabañas de la frontera en muchos aspectos, varios detalles poco habituales, como una chimenea de ladrillo y adoquines y un tono azul verdoso en el cristal de las ventanas, reflejaban el interés de los Smith por la artesanía4. Durante el invierno de 1818–1819, los diez miembros de la familia Smith se mudaron a la casa de 93 metros cuadrados5.

Establecer una granja

Sin embargo, el hecho de contar con una casa donde vivir no garantizaba la estabilidad. No fue fácil realizar los cinco pagos anuales por la granja. Las familias de la frontera de esa época podían tardar años en desarrollar una granja productiva y no había ninguna garantía de éxito. Para lograr eficiencia y equilibrio, los Smith planificaron minuciosamente la distribución de la granja. Siguiendo las mejores técnicas agrícolas de la época en el oeste de Nueva York, empezaron limpiando dos terceras partes del terreno para dejar espacio para cultivos como trigo, maíz, avena y frijoles, una pradera de pasto y un gran huerto6. En ese momento, había aproximadamente 100 árboles en cada 2,5 hectáreas de su terreno y muchos de los árboles medían entre 60 y 120 cm de ancho. Con hachas de hierro forjado, Joseph Smith, padre, y sus hijos mayores talaron miles de árboles para construir su granja7.

La familia Smith dejó sin deforestar unas 16 hectáreas de bosque, que contenían unos 1500 arces8. Esos árboles desempeñaron un papel importante en la explotación de la granja. Siendo diestros en el arte de la producción de azúcar de arce, Joseph Smith, padre, y su familia, casi de inmediato luego de mudarse a la granja, empezaron a recoger savia de arce, que hervían con mucho cuidado para convertirla en azúcar. La venta de cientos de kilos de azúcar de arce cada año constituyó una fuente importante de ingresos9.

Los Smith excavaron este pozo en su granja y lo recubrieron con piedras

Durante los primeros años en la granja, los Smith también tuvieron que levantar un cercado de varios kilómetros para proteger los cultivos de la acción de los animales que deambulaban por allí, cavar pozos y recubrirlos con piedra para satisfacer las necesidades de agua de la familia y construir dependencias, como un granero de trilla, un taller para fabricar barriles, un cobertizo para herramientas y una letrina. Aunque los niños más pequeños llegarían a tener algo de tiempo para asistir a la escuela en los años siguientes, José recordaba que durante su etapa de crecimiento, “se necesitaba el esfuerzo de todos los que podían ayudar en algo para mantener a la familia”10.

Las labores de Lucy

Para la fecha en que se vencía el primer pago por la granja, en 1821, Lucy estaba embarazada a la espera de su undécimo hijo. A la edad de 46 años, Lucy dio a luz una niña11. Para que la madre y la recién nacida tuvieran un poco más de espacio, la familia Smith añadió una habitación en la parte trasera de la cabaña

Durante los años que siguieron a la Primera Visión de José Smith, la vida de la matriarca de la familia Smith fue muy ajetreada. Además de tener que alimentar y cuidar a una bebé noche y día, Lucy dedicaba una gran parte del día a preparar comida para su familia en la pequeña cocina de la cabaña. Con ayuda de los niños más pequeños, ella atendía otras tareas diarias, como lavar la ropa de la familia, cultivar un gran huerto familiar de verduras y hierbas, sacar agua del pozo, elaborar mantequilla y queso, cuidar de las cabras y los pollos, y ordeñar la vaca.

Además, Lucy y sus hijas eran las principales responsables de cuidar de los enfermos. En el transcurso de los años, Lucy cuidó de su esposo, sus hijos y sus vecinos cuando tuvieron fiebre y otras enfermedades graves. Fue en la humilde cabaña de la familia Smith, en 1823, cuando su hija pequeña tenía dos años, que Lucy cuidó de su hijo mayor en los días finales previos a su muerte.

“Fue en la humilde cabaña de la familia Smith, en 1823, cuando su hija pequeña tenía dos años, que Lucy cuidó de su hijo mayor en los días finales previos a su muerte”.

La muerte de Alvin fue un duro golpe emocional y económico para la familia Smith. Como era el hijo mayor, Alvin era quien aportaba más ingresos trabajando de jornalero para otros granjeros. Además, había realizado una gran parte del trabajo para construir una gran casa de madera, diseñada para proporcionar más comodidad y respetabilidad a sus padres, que estaban envejeciendo12. El encargo que Alvin hizo a su hermano Hyrum Smith al morir fue que “continuara y terminara la casa”13.

Sin embargo, el esfuerzo de los Smith por honrar el deseo de Alvin los condujo a gastar mucho dinero. El costo de finalizar la casa de madera provocó que no tuvieran suficiente dinero cuando llegó el momento de realizar el segundo pago del terreno. Luego de vivir solo tres meses en la casa de madera, perdieron la propiedad tanto de la casa como del terreno. Para el momento en que se publicó el Libro de Mormón, en 1830, eran arrendatarios de la tierra que habían deforestado y trabajado; y eran inquilinos en la pequeña cabaña que ellos habían construido con sus propias manos14.

Un lugar para lo sagrado

En la actualidad, la granja de la familia Smith nos recuerda que ellos eran personas reales que vivieron tanto triunfos como tragedias mientras se labraban una vida en lugares reales. El entender algunos de los detalles mundanales de sus luchas y su trabajo cotidiano en la granja nos permite apreciar mejor los acontecimientos milagrosos que sucedieron durante su estadía en Palmyra. La Arboleda Sagrada no era un lugar desconocido ni lejano, sino una parte vital del entorno de los Smith, del que obtenían combustible, materiales de construcción y savia. Moroni apareció en una habitación en la que dormían los niños, cansados por el trabajo del día, entre el grano y el maíz que tenían almacenado. Esos lugares fueron preparados para recibir lo divino mediante el esfuerzo y el amor de la familia Smith.

Los grabados en madera de la construcción de la cabaña y la producción de azúcar de arce son cortesía del patrimonio de Helen y Scott Nearing y www.goodlife.org.