Margaret Dyreng Nadauld

Decimoprimera Presidenta General de las Mujeres Jóvenes

1997–2002

Cita

“Las mujeres de Dios no pueden ser como las mujeres del mundo. El mundo tiene suficientes mujeres duras; necesitamos mujeres delicadas. Hay suficientes mujeres groseras; necesitamos mujeres amables. Hay suficientes mujeres maleducadas; necesitamos mujeres refinadas. Hay suficientes mujeres que tienen fama y dinero; necesitamos más mujeres que tengan fe. Hay suficiente codicia; necesitamos más abnegación. Hay suficiente vanidad; necesitamos más virtud. Hay suficiente popularidad; necesitamos más pureza”.

(Margaret D. Nadauld, “El regocijo del ser mujer”, Liahona, enero de 2001, pág. 18).

Relato

“Cuando era niña, me enfermé gravemente; cada día que pasaba la enfermedad se volvía más severa. Nada de lo que recomendaba el médico parecía ayudar. En ese tiempo, la temible enfermedad de la polio azotaba en proporciones casi epidémicas; arrebataba la vida de muchas personas y, las que no morían, muchas veces quedaban lisiadas. Lo que todos más temían en aquellos días era la polio.

“Una noche, mi enfermedad llegó a un punto crítico y mi padre y mi abuelo me ungieron con aceite consagrado, y mediante el poder del santo Sacerdocio de Melquisedec, el cual eran dignos de poseer, suplicaron a Dios curación, ayuda, guía y consuelo. Luego mis padres me llevaron a un médico de otra ciudad, quien de inmediato nos mandó a Salt Lake City […].

Cuando por fin llegamos al hospital de Salt Lake, nos esperaba ya el personal médico, quienes me arrancaron de los brazos de mis padres y rápidamente me llevaron a otro lugar; nos separamos sin ninguna palabra de despedida o explicación. Me encontraba totalmente sola y pensé que me iba a morir.

“Tras los dolorosos procedimientos para hacer el diagnóstico, incluso una punción lumbar, me llevaron a una habitación de aislamiento del hospital, donde debía permanecer sola con la esperanza de que no fuera a infectar a nadie más, porque resultó que sí tenía polio.

Recuerdo el miedo que tenía; estaba a oscuras y me sentía muy enferma y muy sola. Sin embargo, mis padres me habían enseñado a orar. Me puse de rodillas a un lado de la barandilla de la cama que parecía cuna y le pedí a mi Padre Celestial que me bendijera. Recuerdo que lloraba. El Padre Celestial oyó mi oración a pesar de que era solo una niña. Sí, lo hizo. Él envió Su poder consolador que pareció envolverme en un manto de amor. Sentí el poder del Espíritu Santo y no estaba sola”.

(Margaret D. Nadauld, “Un Consolador, un Guía, un Testificador”, Liahona, julio de 2001, pág. 109).

Eventos

  • 1998 — Celebración mundial de las Mujeres Jóvenes, “Volver los corazones a la familia”.
  • 2000 — Celebración mundial final de las Mujeres Jóvenes, “Ser testigos”.
  • 2002 — Se revisa el programa del Progreso Personal de las Mujeres Jóvenes y se presenta el nuevo medallón de reconocimiento a la Joven Virtuosa.
  • 2002 — Se revisa Para la Fortaleza de la Juventud.
  • 2002 — Se restablece el lema anual de la Mutual.
  • 2002 — Se añaden las palabras “fortalecer el hogar y la familia” al lema de las Mujeres Jóvenes.