Un pueblo preparado
Un pionero de África Occidental predicó el Evangelio antes que los misioneros
Cuando La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días envió oficialmente representantes para establecer la Iglesia en Ghana en diciembre de 1978, el Evangelio ya estaba bien establecido en ese país.
Catorce años antes, el hombre que fue el máximo responsable de la preparación de los santos en Ghana se había convertido a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días después de leer el Libro de Mormón y unos folletos. Joseph William Billy Johnson comenzó con un folleto que contiene el testimonio del fundador de la Iglesia, José Smith, y quedó impresionado inmediatamente por lo que aprendió.
“Oh, ¡cuánto lloré cuando leí el testimonio, y sentí el Espíritu!”, dijo Johnson. “Quedé convencido de inmediato… así que empecé a leer los libros, todos los libros. No podía estar de pie; no podía quedarme sentado sin compartirlo”1.
De hecho, la conversión de Johnson lo impulsó a dedicar su vida a la obra misional, sin titubear ante la persecución en su país, ni ante una especie de, en ocasiones, lejano y frustrante apoyo desde Salt Lake City. Junto con R. A. F. Mensah y Clement Osekre, Johnson organizó una congregación que se basaba en las enseñanzas que se encontraban en un único ejemplar del Libro de Mormón y algunos folletos que Mensah había recibido de una mujer en Europa. Mensah organizó una escuela donde enseñaba temas seculares y religión, y donde una vez más utilizó el Libro de Mormón como texto2. En especial, Johnson fue incansable al difundir en Ghana el mensaje de la Iglesia restaurada, yendo de calle en calle, día tras día, predicando el Evangelio.
“Me sentía compelido a hacerlo”, afirmó, “a pesar de la oposición que encontré por el trayecto, que fue muy grande. Pero aun así seguí adelante; no podía dejarlo de ninguna manera”3.
La necesidad de Johnson de predicar la palabra se debió en gran medida a un llamamiento que sintió que había recibido después de leer el Libro de Mormón. Relató que una mañana temprano, después de su conversión, vio “abrirse los cielos y ángeles con trompetas cantando canciones de alabanza a Dios”.
“Oí mi nombre mencionado tres veces: ‘Johnson, Johnson, Johnson. Si te haces cargo de mi obra tal y como te mando, te bendeciré a ti y bendeciré tu país’. Temblando y con lágrimas, respondí: ‘Señor, con Tu ayuda haré cualquier cosa que me mandes’”4.
Estos hombres escribieron a las Oficinas Generales de la Iglesia en Salt Lake pidiendo que se enviara misioneros a Ghana para que los bautizaran, y establecieran la Iglesia allí, pero debido a las restricciones que no permitían que los hombres de raza negra fueran ordenados al sacerdocio (lo cual impedía organizar la Iglesia en aquel país), sus peticiones no pudieron ser concedidas. David O. McKay, Presidente de la Iglesia, los alentó a seguir estudiando las Escrituras y a ser fieles —los oficiales de las Oficinas Generales de la Iglesia los apoyaron enviando revistas y publicaciones para ayudar a estas congregaciones incipientes— pero por el momento tenían que valerse principalmente por sí mismos5.
Habiendo mantenido una correspondencia constante con Salt Lake, en 1969 se enteraron de que un miembro de la Iglesia, Lynn Hilton, pronto estaría en Ghana por asuntos de negocios. Johnson y sus amigos localizaron a Hilton, le preguntaron si en verdad era un poseedor del “Santo Sacerdocio de Melquisedec” y lo llevaron al edificio donde realizaban las reuniones6.
“Era un edificio construido con barro, de una sola planta”, recordaría Hilton. “Y había un letrero sobre la puerta que decía: ‘Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Rama Accra, Ghana’… Nos llevaron adentro y había unos bancos toscos de madera. El piso era de tierra, según recuerdo”7.
Allí, los hombres le mostraron a Hilton su único y desgastado ejemplar del Libro de Mormón.
“Se notaba que, literalmente, miles de personas habían leído aquel libro humedeciendo sus dedos [para pasar las páginas]”, dijo Hilton. “Todas las esquinas estaban redondeadas y tenían un color oscuro, y estaban tan gastadas que las páginas se salían hacia fuera… En realidad, era imposible cerrar la portada del libro”8.
Los hombres le explicaron que a cada persona se le permitía tener el libro solamente unos minutos para entonces pasárselo a la siguiente persona. El libro, dijeron, estaba siendo “utilizado y leído a todas horas del día y de la noche, semana tras semana”9.
Con un poseedor del sacerdocio por fin entre ellos, los hombres preguntaron a Hilton si podría bautizarlos. En lugar de ello, Hilton les ofreció bendiciones del sacerdocio y partió de allí con la promesa de enviarles varios ejemplares del Libro de Mormón para que pudieran usarlos en sus congregaciones10.
Con el tiempo, Johnson trasladó sus esfuerzos proselitistas de Accra a Cape Coast e hizo todo lo posible por organizar la Iglesia, llegando a establecer varias ramas con cientos de miembros en Ghana. Durante años, dirigió a los miembros en ayunos periódicos, rogando que llegaran misioneros procedentes de Salt Lake y establecieran la Iglesia entre ellos.
“El Señor sabía que no había nadie para ayudarnos, así que nos ayudó mediante la revelación, la revelación diaria”, dijo. “[Estábamos] tratando de hacer lo poco que el Señor nos enseñó a hacer. Realmente dependíamos de los dictados del Espíritu”11.
La falta de dirección y la imposibilidad para los miembros de ser bautizados fue un desafío tanto para la Iglesia como para Johnson, pero durante catorce años venció la oposición creyendo que llegaría el tiempo de Ghana.
Y así sucedió en 1978, cuando el presidente Spencer W. Kimball anunció una revelación por la cual se extendía el sacerdocio a todos los varones dignos. Johnson oyó la noticia cerca de la medianoche, al final de un día arduo, cuando se sintió compelido a sintonizar la emisora de radio de la BBC antes de irse a dormir.
“Di un salto y empecé a llorar y a regocijarme en el Señor con lágrimas, pues había llegado el momento en que Él enviaría misioneros a Ghana y a otras partes de África para recibir el sacerdocio”, recordó. “Estaba tan sumamente feliz”.
Cuando por fin llegaron los misioneros unos meses más tarde, fueron dirigidos a la capilla de Johnson en Cape Coast, Ghana, donde hallaron “una gran estatua del ángel Moroni de pie sobre una esfera y tocando una trompeta. También había láminas de la Biblia y el Libro de Mormón, de José Smith, del Coro del Tabernáculo y otras escenas familiares para los Santos de los Últimos Días”12.
Muchos de los miembros de las congregaciones de Johnson pidieron ser bautizados, y el primer día fueron entrevistadas treinta y cuatro personas para recibir la ordenanza. Los misioneros pasaron toda la tarde y parte de la noche bautizando a los nuevos miembros, y varias personas más llegaron esa noche al hogar de Johnson con lágrimas, tras haber caminado desde una aldea lejana con la esperanza de bautizarse ese día13.
En apenas unos días se había organizado la Rama Cape Coast, con Joseph William Billy Johnson como presidente.
Emmanuel Kissi, oriundo de Ghana y que se había unido a la Iglesia en Inglaterra en 1979 antes de regresar a su país de origen para ayudar a edificar la Iglesia en él, atribuyó a Johnson el rápido crecimiento del Evangelio en Ghana y el firme cimiento que los misioneros hallaron a su llegada al país.
“Creo que fue gracias a él que la Iglesia creció tan rápido en ese distrito”, escribió Kissi. “El presidente Johnson, más que nadie, era activo en el frente misional”14.
Un año después de los primeros bautismos en Ghana, se instruyó a los misioneros para que mantuvieran los bautismos al mínimo hasta que la Iglesia pudiera establecerse firmemente en África. El consejo, sin embargo, resultó difícil de seguir gracias en gran parte a Johnson, a quien los misioneros llamaban el “San Pablo de Ghana”15.
“El Departamento Misional en Salt Lake City desconocía lo bien preparadas que estaban estas personas”, informaron posteriormente los misioneros Reed y Naomi Clegg16.
Después de servir como primer presidente de la Rama Cape Coast, Johnson sirvió como presidente de distrito, misionero de tiempo completo y patriarca de la Estaca Cape Coast, Ghana17.
Tras catorce largos años de oposición, burlas y reproches continuos de que estaba perdiendo el tiempo con una iglesia estadounidense que nunca haría nada por su gente, la fe de Johnson por fin se vio recompensada.
“Su llegada fue un día de júbilo”, dijo. “Me sentí tan feliz de que vinieran y de que la Iglesia no fuera nueva, sino que ya estuviera bien asentada en Ghana”18.