La llegada del Evangelio a México

Melitón González Trejo: Traductor, misionero y colonizador

Español de ojos azules de Garganta la Olla1, Melitón González Trejo era de pequeña estatura, pero valiente y decidido2. Nacido en 1844 en una familia con suficientes recursos económicos, pudo asistir a la escuela militar, se convirtió en oficial y recibió una educación superior en la Universidad de Burdeos, Francia. Pero su camino le condujo a llevar una vida bastante distinta de la que quizás él o su familia habrían esperado. En una ocasión, Trejo oyó hablar de “un grupo de ‘santos’ en las Montañas Rocosas que habían sido guiados hasta allí por un profeta de Dios”. Por motivos que posiblemente no comprendió en ese momento, “sintió un deseo ferviente de conocer a esas personas”3.

Solicitó un puesto militar en las Filipinas para estar más cerca de América pero, una vez allí, “su trabajo le absorbió tanto que olvidó temporalmente el verdadero propósito de su viaje”4. Sin embargo, volvió a sentir el deseo de ir a las Montañas Rocosas cuando cayó enfermo de gravedad. Pidió confirmación al Señor sobre lo que debía hacer y entonces sucedió. En respuesta a su oración, Melitón tuvo un sueño, “un sueño que le trajo gran satisfacción y que siempre consideró sumamente sagrado”5. Motivado por esa experiencia, puso en orden sus asuntos en Filipinas y se dirigió hacia un lugar y una cultura muy extraños para él. Llegó a San Francisco el 4 de julio de 1874 y a Salt Lake City poco después. Aunque, aparentemente, Trejo nunca explicó los detalles de su sueño a nadie excepto al presidente Brigham Young6, el impacto que causó en él fue enorme y el momento de su llegada a Utah fue verdaderamente notable.

Poco más de un mes después de la llegada de Trejo a Utah, Brigham Young llamó a dos hombres para que se prepararan para servir en una misión en México y para traducir “fragmentos del Libro de Mormón”7. Daniel W. Jones y Henry Brizzee sabían un poco de español8, pero su habilidad era limitada. Jones lo describió así: “Empezamos a estudiar y a prepararnos para traducir. Mi impresión personal era que tendría que estudiar mucho, aunque entendía el español bastante bien. Aún así, el traducir para publicar requería una erudición más profunda de la que cualquiera de nosotros poseía”9. La llegada de Trejo a Utah fue una bendición enorme. No tardó en bautizarse y en declarar a Brigham Young que “su deseo más ferviente era traducir el Libro de Mormón a la lengua española”10. Su papel en la traducción tuvo un valor inestimable.

Esta primera traducción del Libro de Mormón al español, llamada Trozos Selectos del Libro de Mormón, tenía sólo unas 100 páginas, pero constituyó un paso importante para que el Libro de Mormón estuviera disponible en español. Deseret News Press imprimió 1.500 copias, que se llevaron a caballo a México cuando los primeros misioneros viajaron allí en septiembre de 187511. Esta primera misión a México era más bien una expedición exploratoria que una misión de proselitismo tradicional. Los misioneros enviaron cientos de copias de Trozos Selectos del Libro de Mormón por todo el país y, por primera vez, partes del mensaje del Libro de Mormón se pusieron a disposición del mundo de habla hispana. Trejo no sirvió con este primer grupo exploratorio, pero su influencia en la misión fue muy importante12.

Durante los meses y años siguientes, Trejo tuvo oportunidades personales de servir como misionero entre la gente de habla hispana. En 1876 formó parte de un segundo grupo de misioneros que Brigham Young envió a México. En mayo de 1877, mientras se encontraba en Hermosillo, él y su compañero, Louis Garff, bautizaron a los cinco primeros miembros de la Iglesia del “Viejo México”13.

En 1879, como respuesta a las cartas de personas interesadas de la Ciudad de México14, los líderes de la Iglesia decidieron enviar al élder Moses Thatcher, del Cuórum de los Doce Apóstoles, a inaugurar la obra misional en el corazón del país. Trejo y James Z. Stewart (miembro del grupo original de misioneros que fue a México en 1875) fueron escogidos para acompañarle. Trejo dedicó aproximadamente un año a compartir el Evangelio en la Ciudad de México y las áreas circundantes. También continuó traduciendo materiales de la Iglesia al español, incluyendo Una voz de amonestación, de Parley P. Pratt15 y varios discursos de líderes de la Iglesia. Esta misión a la Ciudad de México fue, en muchos aspectos, el comienzo oficial de la Iglesia en México, en la que Trejo jugó un papel decisivo.

Tras regresar a casa, Stewart y Trejo ayudaron a terminar la traducción del Libro de Mormón al español, que se publicó en 188616. Aunque tal vez la importancia de este proyecto fue subestimada en sus registros personales17, el resultado de su trabajo fue una bendición para la vida de innumerables miembros de la Iglesia en Latinoamérica. Su traducción original sería ajustada y revisada con el tiempo, pero su fiel y dedicada obra fue fundamental para llevar el Evangelio restaurado al mundo de habla hispana.

Más allá de estas misiones y de los proyectos de traducción iniciales, Trejo llevó una vida repleta de servicio y dedicación al Evangelio. Por asignación de los líderes de la Iglesia, posteriormente se asentó en Colonia Chuichupa, una de las colonias mormonas de México. Allí permaneció con su familia hasta la Revolución mexicana y en 1912, junto con miles de santos, se vio obligado a huir a los Estados Unidos. Tras dejar a su familia segura en St. David, Arizona, Trejo volvió a Chuichupa a recoger algunas pertenencias personales, incluyendo su diario y el manuscrito de la traducción del Libro de Mormón al español.

Hay varios relatos de lo que sucedió cuando Trejo volvió a Chuichupa. Según lo que cuenta el diario de su hijo, cuando Trejo regresó a México escondió al conocido revolucionario mexicano Pancho Villa durante una noche en el ático de su casa. Al día siguiente, cuando el ejército de Venustiano Carranza llegó buscando a Villa, dispararon a todo el ganado de Trejo, amenazaron con colgarle y después quemaron su casa hasta que solo quedaron cenizas. Después hicieron que Trejo, en contra de su voluntad, se quedara en México a enseñar en la escuela durante varios meses, sin ningún tipo de contacto con su familia para hacerles saber que seguía vivo. Por fortuna, vivió para contarlo, pero trágicamente, la mayor parte de sus registros personales se perdieron en el incendio18.

Sólo unos años después, en 1917, Trejo falleció y fue sepultado cerca de su humilde casa, en St. David, Arizona. De él se dijo que, cuando compartía su testimonio, se golpeaba el pecho con las dos manos, diciendo: “Las verdades del Evangelio me llegaron así”19. Trejo hizo sacrificios para llevar a cabo una obra para la cual estaba singularmente cualificado y preparado, en un momento en el que se le necesitaba enormemente. Fue traductor, misionero y colonizador, y desempeñó un papel vital, aunque en gran medida poco reconocido, en los comienzos de la Iglesia en México. Su vida se entrelazó con una tierra y un pueblo que, aunque se encontraban muy lejos de su España natal, compartían con él una lengua común y el amor por el Evangelio.