Linda Kjar Burton

6 May 2019

Decimosexta Presidenta General
de la Sociedad de Socorro

2012 hasta el presente

Linda K. Burton, decimosexta Presidenta General de la Sociedad de Socorro compartió: “En la oración dedicatoria del Templo de Kirtland, el profeta José Smith utilizó una frase que por mucho tiempo he amado. En Doctrina y Convenios 109:15 leemos, ‘y que crezcan en ti’. ¿Qué podemos hacer para preparar a nuestras familias a ‘crecer en el Señor’ a fin de que ellos y nosotros podamos reclamar las bendiciones asociadas con la adoración en el templo?

“Invito todos a establecer una prioridad más alta en la preparación de nosotros mismos y nuestros seres queridos de participar dignamente de las sagradas y eternas bendiciones y ordenanzas del templo. Anhelo que aceptemos la invitación escrita en el salón de asambleas del Templo de Nauvoo abandonado cuando los santos se dirigían al oeste. Simplemente dice:‘El Señor ha visto nuestro sacrificio: Sígannos’. Testifico que ningún sacrificio será demasiado grande para reclamar las bendiciones de la eternidad que les esperan al adorar dignamente en el templo, guardar nuestros convenios y ayudar a los demás a ‘crecer en el Señor’”.

Infancia

Cuando era adolescente, durante una reunión de la Iglesia en Christchurch, Nueva Zelanda, la hermana Burton recibió una confirmación de forma repentina. “Supe que el Evangelio era verdadero”, recuerda ella. “También me di cuenta de que siempre lo había sabido”.

Fue una de varias lecciones importantes que aprendió después de mudarse con su familia desde Salt Lake City a Nueva Zelanda, donde su padre presidía la Misión Nueva Zelanda Sur.

Nació en Salt Lake City, Utah, Linda Kjar era la segunda de seis hijos de Marjorie C. y Morris A. Kjar. Ella tuvo una infancia feliz y se crió en un hogar donde se le enseñó el evangelio de Jesucristo y donde ambos padres sirvieron fielmente en la Iglesia. Pero nunca se dio cuenta cuán profundamente comprometidos estaban sus padres en guardar los convenios del templo hasta que mudaron a la familia al otro lado del mundo, en Nueva Zelanda. Linda tenía 13 años.

La familia vivía en Wellington, la parte más al sur de la Isla Norte de Nueva Zelanda, mientras que Linda y sus hermanas vivían y asistían a la escuela en el Colegio de la Iglesia de Nueva Zelanda, ubicado mucho más lejos hacia el norte. Los dormitorios albergaban a jovencitas del otro lado del Pacífico a quienes llegaron a amar. Desde las ventanas de los dormitorios se veía fácilmente el Templo de Nueva Zelanda, lo cual servía como una fuente de paz cuando sentían nostalgia.

Formación académica y matrimonio

Ella asistía a la Universidad de Utah cuando conoció a su futuro esposo en un devocional en el Salón de Asambleas de la Manzana del Templo. La pareja se casó el 7 de agosto de 1973, en el Templo de Salt Lake. Curiosamente, sus padres habían servido juntos como misioneros jóvenes en el oeste de Canadá.

Juntos tomaron la decisión de seguir el consejo del profeta y empezar su familia de inmediato; el primero de sus seis hijos nació casi un año más tarde.

Ella estaba agradecida de poder quedarse en casa con los hijos mientras su esposo completaba sus estudios en negocios y hacía su carrera en bienes raíces.

Las cosas no siempre eran fáciles. Justo cuando el cuarto hijo de la pareja nació y mientras el hermano Burton prestaba servicio como obispo, la economía de Estados Unidos se derrumbó y el mercado de bienes raíces se hizo pedazos. Los intereses para comprar una casa eran demasiado altos. Nadie compraba. Pasaron un año sin ingresos.

“Vivimos de nuestro almacenamiento de alimentos hasta casi acabarlo”, dijo la hermana Burton.

La familia Burton apagó la calefacción y usaron una estufa de leña para calentar su casa. En la primavera, un inspirado miembro de su barrio preguntó a la pareja si estarían interesados en hacerse cargo de un terreno para una huerta. “Fue un regalo para nuestra familia tener vegetales frescos”, dijo la hermana Burton. “Ese año cultivamos una enorme huerta y vivimos de ella”.

Un día llegaron a casa y encontraron una caja de carne congelada sobre la mesada. Hasta este día no saben de dónde provino la carne o cómo alguien se metió en su casa, la cual estaba cerrada. Pero “fue una bendición para nosotros”, dijo la hermana Burton. “Para nosotros fue una confirmación que el Padre Celestial estaba al tanto de nuestras necesidades y nuestro esfuerzo por ser autosuficientes”. Entonces, cuando parecía que ya no podían más, “recibimos un maravilloso trabajo. Fue una respuesta a las oraciones”.

En última instancia, la hermana Burton dijo, la experiencia les enseñó a mirar hacia el futuro con confianza, “porque aprendimos a que si hacemos todo lo que podemos y ponemos nuestra confianza en Él, el Señor hará la diferencia”.

Puntos destacados de servicio a la Iglesia

La hermana Burton ha servido como miembro de los consejos generales de la Primaria y de la Sociedad de Socorro. También ha prestado servicio como maestra de seminario y ha tenido diferentes llamamientos en la Primaria, las Mujeres Jóvenes, la Escuela Dominical y la Sociedad de Socorro. Ella acompañó a su esposo mientras él sirvió como presidente de la Misión Corea Seúl Oeste desde 2007 hasta 2010 y, como se mencionó anteriormente, había acompañado a su familia cuando su padre sirvió como presidente de la Misión Nueva Zelanda Sur.