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En la década de 1990, los miembros de la Iglesia de Manaus se encontraban a 4.000 kilómetros de distancia del templo más cercano, el cual era el de São Paulo. La selva tropical, el río Amazonas y la mayoría de la costa de Brasil se interponían entre ellos y el templo, y aun así sus líderes locales tenían la esperanza de ayudar, como sea posible, a que muchos de los santos llegaran a ese lugar sagrado. En 1992, planearon una caravana de seis días que los llevaría en barco y autobús a realizar el sueño de muchos, el cual era, llegar al templo.

En el templo, los miembros fueron sellados a sus familias y antepasados. Por medio de este viaje, ellos también acrecentaron la fortaleza espiritual y la unidad que establecieron los fundamentos para el futuro crecimiento de la Iglesia en Manaus.