“Pueden dar testimonio, pueden enseñar”

24 August 2018

Inez Knight sirvió en Gran Bretaña durante veintiséis meses, por lo general con una compañera, pero a veces ella sola, y fue la primera mujer soltera que fue llamada a servir en una misión SUD.

Conferencia de Manchester, Misión Británica

Inez Knight era una alumna de 22 años de la Academia Brigham Young de Provo, Utah, en 1898, cuando ella y su amiga Jennie Brimhall decidieron irse de vacaciones a Europa. El hermano de Inez y prometido de Jennie, Will Knight, estaba sirviendo en una misión allí, al igual que Ray Knight, el otro hermano de Inez. El viaje permitiría a Inez y a Jennie visitar a Will y a Ray, y hacer turismo1

Sin embargo, cuando Inez y Jennie planificaron su parada inicial en Inglaterra, se dio la ocasión perfecta para que sus vacaciones internacionales se convirtieran en algo mucho más importante.

Sólo un año antes, en 1897, la presidencia de la Misión Europea había pedido a las autoridades que presidían la Iglesia que les enviaran algunas “señoritas misioneras”. Las mujeres SUD empezaron a ser apartadas para servir en misiones en 1865, y muchas habían servido incluso antes de ese año con apenas una bendición como autorización. Con pocas excepciones, esas misioneras habían sido mujeres casadas que acompañaron a sus maridos al campo misional. Lo que la Misión Europea quería eran misioneras dedicadas exclusivamente a la obra y citaban “casos en los que nuestras hermanas llamaron la atención en Inglaterra cuando los élderes apenas consiguieron que los escucharan”2

Los líderes de las misiones de los Estados Unidos hicieron solicitudes similares y para la Conferencia General de abril de 1898 las autoridades de la Iglesia habían reconocido sus aspiraciones y habían autorizado el plan con cautela.

“No hay duda de que las mujeres que puedan y deseen hacer el bien tendrán la oportunidad de salir, en las condiciones adecuadas”, declaró el presidente George Q. Cannon en esa conferencia. “Pueden dar testimonio, pueden enseñar, pueden repartir folletos y pueden hacer muchas cosas que ayuden a difundir el evangelio del Señor Jesucristo”3

En ese contexto, el obispo de Jennie, J.B. Keeler, les propuso una idea: ¿y si sus vacaciones en Europa se convirtieran en un llamamiento para servir al Señor? Jennie respondió que serviría si se le pedía. Keeler no tardó en escribir al Presidente de la Iglesia, Wilford Woodruff, para presentarle la propuesta, y poco después el presidente de estaca de esas dos mujeres recibió una carta que lo autorizaba a apartar a Inez Knight y a Jennie Brimhall como misioneras en Gran Bretaña.4

Es posible que el llamamiento fuera una sorpresa para las dos mujeres. No habían enviado sus papeles para la misión y se habían preparado solamente para pasar unos meses en el extranjero. Además, no había ningún precedente: mujeres jóvenes y solteras nunca habían sido llamadas a servir en misiones de la Iglesia SUD.

Fueran cuales fueran sus pensamientos, las mujeres aceptaron su llamamiento y fueron apartadas el 1 de abril de 1898. Al día siguiente iniciaron su largo viaje a Liverpool. (Inez escribió que “lloró entre Provo y Springville, pero que a partir de allí lo aceptó”). Las mujeres no recibieron ninguna capacitación formal y, en su diario, Inez nunca mencionó ninguna norma estricta como las que se aplican a los misioneros en la actualidad. Inez y Jennie estaban emprendiendo una aventura que, a pesar de no contar con una gran estructura formal, constituiría una iniciativa pionera para las generaciones de mujeres SUD que llegarían después.

Jennie Brimhall volvió a casa, a Utah, después de unos meses, por problemas de salud, pero Inez sirvió en Gran Bretaña durante 26 meses, por lo general con una compañera, pero a veces ella sola5. Al principio, a Inez le costó pensar en su misión como “algo más que un simple viaje de placer”6. Sin embargo, años después, un miembro de la presidencia de la Misión Europea en la que habían servido declaró que las “señoritas misioneras” con quienes había trabajado en Gran Bretaña llevaron a cabo una labor que “fue satisfactoria en todos los aspectos”.

“Siempre que tuve el placer de escuchar a una de ellas dar testimonio de la verdad del Evangelio y hablar de sus hermanas de Utah, y defender a las mujeres mormonas, sentí que sus palabras resultaban mucho más convincentes que cualquier cosa que los hombres hubieran podido decir… Creo que hay posibilidades de que muchas buenas hermanas misioneras lleven a cabo un servicio misional eficaz”7

Inez Knight, Jennie Brimhall